martes, 29 de marzo de 2011

Odio Barcelona

Cómo desnaturalizar una ciudad moderna

Cada día que pasa estoy más hasta los cojones de esta puta ciudad: nuestra querida Barcelona. Y para muestra, me quiero sumar a la vista descarnada y crítica del libro ‘Odio Barcelona’, en el que se denuncia la desnaturalización, la invasión turística y de Erasmus, las actitudes incívicas y la dictadura extrema del diseño cutre de vanguardia, como leía en un periódico hace tiempo.

Esta respuesta nació en reacción contra un vídeo promocional que lanzó el Ajuntament de Barcelona (órgano chupóptero por excelencia, que engloba todos los errores políticos posibles de nuestro tiempo). El video en cuestión era sobre la campaña “Visc(a) Barcelona!”, en la que la falsa felicidad (¿o era feliz falsedad como decía Soziedad Alkoholika?) salta a la vista en unos cuantos ciudadanos que se vanaglorian de vivir en Barcelona, que son unos falsos o unos subnormales. Para hacerlo más sectario y estúpido, si cabe, acaba con la declaración de objetivos del eslogan: "La ciutat, com les empreses, és el que és la seva gent". (¡Qué lejos de aquel clásico “Barcelona, posa’t guapa” de las Olimpiadas del 92!). Vamos, que Barcelona no deja de ser una empresa, una marca para explotar. Ese es el principal motivo por el que nos vamos. Hemos decidido Shanghai, aunque también teníamos la opción de Costa Rica o Guam (un isla del Pacífico que pertenece a Estados Unidos). Después del año sabático, no hemos podido volver a habituarnos a Barcelona.

Volviendo al libro, en el que se recogen 12 escritos, que son un compendio de relatos que les ha ocurrido a los escritores que resumen cuán hartos estamos (generalmente los de mi generación: nacidos, crecidos y medio madurados aquí) de esta ciudad que llega a rechazarnos o, en muchos casos, agredirnos y tratarnos como extraños.

Está claro que ya somos unos cuantos que hemos pasado la etapa de amor idílico con esta ciudad, como con las mariconadas de Woody Allen o Bruce Springsteen. Y después del amor, pues llega el odio. Pero no es creáis que es un odio incontrolable, sino un rechazo, una denuncia a la transformación miserable de Barcelona.

Volviendo al libro, los doce pasajes recogen temas muy actuales y bien críticos, como son:
Parque Temático: ¿Modernista, Gótica u Olímpica? ¿Cuál gusta más? Una ciudad vendida al mejor postor, totalmente rendida a los mimos de extraños, pero nunca de los propios ciudadanos. Los clásicos urbanitas barceloneses se piran de los espacios urbanos para que las hordas de millones de turistas puedan tomar la ciudad y hacer el cafre sin control: invadir las playas, irse de fiesta y pagar un pastón por la sangría y la paella en Las Ramblas. La ciudad está llena de ausencias. Uno de los autores, incluso, la ponía como un juego de realidad virtual obligada para guiris que se llama ‘Barcelona Arcade’. Mientras, los locales se hartan cada vez más.

Urbe Lobotomizada:d la inacabada ‘Barcelona, posa’t guapa’, se mueve la perversión empresarial de la ciudad por seguir vendiendo, y cada vez más. Así, Barcelona se ha convertido en una ciudad que es solamente fachada. Se han olvidado, por completo, de vivir la ciudad como lo que debería ser. No olvidemos el cambio de las siglas BCN de BarCeloNa por BaCiNilla (para el que no lo sea, es un orinal de los años 50, de esos de metal cubierta de porcelana).

Supervivientes:a nos metemos en el rollo más ‘cool’ por querernos convertir en definiciones muy modernas como ‘multicultural’ o ‘cosmopolita’. ¡Menuda gilipollada! Pues sí, ahora ya sobreactuamos con todos y todas, da igual la onda que lleven: perroflautas, fashions, crusties, etc.; todos se engloban en lo que uno de los escritores llama “hordas de la mugre”. O rollos veganos, que yo, personalmente, no tengo ni idea ni de la definición. En este tema, los supervivientes somos los que hemos pasado muchos años aquí y para los que la comparación entre pasado y presente se llena con nostalgia. Hasta el punto de cambiar los nombres de las zonas para que tengan más gancho. Para mí, y para Loquillo, el ‘nuevo’ Raval será siempre el Barrio Chino. Incluso el extrarradio ya no se llama igual, ahora es periferia urbana, que nadie sabe dónde situarla en Barcelona…

Miserias Urbanas: en este tema, uno de los más críticos, se hace una evolución de la ciudad, sobre todo a nivel arquitectónico para ver cómo está cambiando el personaje que vive. Se dice que los nuevos distritos (ejemplo de 22@) están expulsando progresivamente a la población nativa, con el objetivo de entregarles el territorio a los “zombis” turísticos y a los sirvientes de la capital. Estos últimos se refieren a los descontrolados que vienen a Barcelona a vivir un período con fecha de caducidad (2, 6, 12 meses o los que sea, pero corto), cuyo principal objetivo es sobrevivir para poder descontrolar, y que hace que hasta los alquileres suban; como ellos se van a ir, poco les importa, pues volverán a su ‘civilizada’ ciudad y habrán podido tener su etapa ‘radical incivilizada’; eso sí, todo ello consentido por el Ajuntament que se llena las arcas como bien puede. Que funcione bien o mal el Bicing no es importante, solamente que somos una de las primeras ciudades en tenerlo, ¿eh? ¡Sin quejarse!

Ríos Perdidos: esto queda resumido en una frase muy buena – "Tropas gafapasta sobreviven a la crudeza de los inviernos macbianos, siempre a la espera de un verano sónar". No tiene pérdida, jeje. Todos los modernos (pronúnciese “MO-EN-NOS”), no tantos locales (aunque haberlos ‘haylos’), agrupados en el MACBA, privando y fumando, todos expertos en grupos musicales que, con perdón, no conoce ni Mortadelo.

Barcelona, la gran: aquí se omite la palabra “puta”, por lo que debería llamarse “Barcelona, la gran puta”, con el objetivo de explicar que ser tan súper-mega-hiper-fashion, como Barcelona, hace mella con el tiempo. Y para mejorar el paso del tiempo que genera arrugas, tenemos unos especialistas (llamémosles políticos) que se toman la libertad de ir mucho más allá. Uno de ellos va más lejos diciendo que Barcelona se deja hacer, porque le iban a dar lo prometido (ponerla guapa); pero después de lo metido (las Olimpiadas), nada de lo prometido, sino que ahora la perforan, la entuban, la destripan y la ensanchan por los tres costados que no tiene mar.

Hoy ya ha sido el colofón. He ido a devolver el aparato de Digital+ a donde me enviaban ellos. Por desgracia, el trámite era más largo de lo que me esperaba. He puesto ticket de 9:32 á 10:00, pero he salido a las 10:18. Al llegar, 10:19 ya tenía la multa puesta, y el capullo del pone-multas (porque eso no es ni profesión ni nada, sino que son policías reprimidos por inútiles que no les dejan ni entrar en el cuerpo) por ahí mariposeando. Le he dicho, oye, que ya estoy aquí y me contesta: ‘Lo siento, es que ya he hecho la foto y está directamente conectada con la Guardia Urbana, solamente se puede anular en la máquina’. Pues la puta broma son 6€. Sí, 6€ por 19 minutos, y porque subnormales incapaces de pensar por sí mismos y sin autoridad para ello (recordemos que no son policías y por tanto no pueden emitir multas), te hacen una foto para que, ahora sí, un policía de verdad, la tramite. Me he tenido que ir a media conversación porque me han dado ganas físicas de romperle las piernas con el papel de la multa (aunque hubiese que dar muchas veces!!!), y como no me gusta ponerme ni nervioso ni violento, era mejor irme.

Primero el ticket:
Luego la multa:
Y finalmente el pago:
Y tanto creo que es mejor irme, que me voy de verdad, y os dejo mi querida Barcelona a vosotros, para que la cuidéis, un poco al menos. Yo mientras me voy a China, a ver si una ciudad nos devuelve la sonrisa (de manera gratuita, sin pagar por todo).

Os dejo algunas frases célebres del libro:
«Odio Barcelona porque los bancos públicos son inservibles. Todos los barceloneses tenemos el culo plano. Tenemos el culo diseñado»

«Barcelona es una puta de lujo y ya no necesita meterse en la cama con nadie. Sin embargo, todo el mundo (en el alcance global del término) pretende haberse acostado con ella, pretende conocerla aunque sea a través de conversaciones noctámbulas. Eso es lo que la hace mundana»

«El imparable crecimiento de la bohemia improductiva, una comunidad que pretende convertir Barcelona en un enclave medievalizado en el que se funciona por el trueque y la limosna, en el que se lleva la holganza, la precariedad y el vivir tirado»

«Estas actitudes han echado raíces profundas en Barcelona porque se han tolerado desde arriba, desde el Ayuntamiento, supuestamente de progreso, que se ha instalado en la costumbre y permite que una cerda oxigenada y mochilera se orine al pie de un árbol enfrente del Burger King de la Rambla o que se permita la delincuencia común en los lugares turísticos sin que nadie ponga remedio»

«Barcelona es la única ciudad en la que, incluso para odiarla, te piden el pedigrí»

Me encanta el texto de Hernán Migoya en el que se mofa del alcalde: “[…] El pelopolla del alcalde nos invita a través de campañas de autobombo a que leamos en el metro. Al mismo tiempo, inunda los altos de los andenes con monitores de televisión escupiendo a un volumen ensordecedor su mierda publicitaria, su papilla entumecedora y lucrativa […]”

Ahora, la duda existencial: ¿realmente quiere la gente venir a Barcelona a estudiar, a vivir o a trabajar? ¿Para qué? ¿No hay mejores ciudades en el mundo? Considero que he viajado bastante por los cinco continentes, y, aunque a priori la oferta inicial pueda parecer muy apetitosa (playa, sol, alternativo, fiesta y olé), Barcelona YA no es lo que podía haber sido. Quizás lo sea en el futuro…

10 comentarios:

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  2. Y me preguntabais "que cojones se te ha perdido en Sitges"? Bienvenido al mundo real.

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  3. Sera/Adria, si pudiese elegir ahora, y pillase un curro medianamente decente, me iba seguro a Girona :D

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  4. Yo me quito este sombrero que llevo puesto ahora mismo de 'diseño cutre de vanguardia' como bien dices en tu artículo ( que conste que lo digo sin sarcasmo ). Tuve la gran desgracia de haber nacido en este desguace de ciudad. Hace nueve meses que tuve que volver a la fuerza por trabajo. Nunca me he llenado de tanto odio por una ciudad en la que no se respira más que olor a basura, orina y una estupidez prepotente sobrecargada de indiferencia por parte de los entes que la habitan destacando especialmente los charnegos que encima van proclamando su integridad catalanista de m****a. Que ignorantes!!! por Dios!! Estos son peores incluso que los mismos catalanes y lo escribo en minúsculas porqué ni tan siquiera me merece ningún respeto cómo para escribirlo ortográficamente correcto. Espero poder reaccionar a tiempo antes de acabar contaminado por la estupidez que si te descuidas te acaba transformando en un verdadero gil*****as y marcharme a un lugar mejor que como bien dices también, te devuelva una sonrisa sin pagar por ello.

    Gracias por tu artículo y un saludo.

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    1. "Catalanes", en tanto que adjetivo, se escribe en minúscula en español. Sin querer queriendo, lo has hecho bien. Un saludo.

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  5. Por cierto...
    Tus gatitas son un encanto.

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  6. Un tremendo articulo, y con agrado veo que no soy la unica que piensa asi de Barcelona, esa ciudad que vive de la fachada mientras se vuelve insufrible para los ciudadanos, si no eres turista, o piji-progre, okupa, o cualquiera de esas cosas que pasan por BCN, entonces te lo pasas mal. Un ruido tremendo, una polucion escandalosa, un trafico despiadado, en fin, todo lo que tu dices y mas.Gracias

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  7. Que alegria me da encontrar este articulo muy bueno..... y tambien me siento asi de incomoda, lo unico que tengo claro es que necesito salir de aqui a ver si la lejania me ayuda a extrañar barcelona y dejar de ver como se va hundiendo en el desastre.

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  8. Es increíble como los balnearios en lugares distintos en todo el mundo se parecen tanto al cabo.

    Vivo en Río de Janeiro y las molestias de acá son las mismas que has descrito en tu artículo. Estoy bastante segura de que si yo escribiera algo sobre Río, sería algo muy similar al tuyo. De hecho, este era un pensamiento recurrente mientras yo estaba en Barcelona: como turista, estoy siendo una carga para esta ciudad y su gente como los turistas en Río son para mí?

    Mientras estaba en Barcelona tenía la sensación de que las cosas en general funcionaban bien - lo que me hizo preguntarme si subestimar su propia ciudad natal no es el destino cruel de todos...

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  9. Barcelona es un mal producto muy bien vendido

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