domingo, 13 de diciembre de 2009

Las islas de Auckland: Waiheke

Día 45
Auckland

Ya llevábamos muchos días en Nueva Zelanda y nos quedaban solamente un par de días. Como era Domingo, y por la noche nos íbamos a dormir a casa de Mel, quedamos en ir a alguna de las islas cercanas a Auckland, todos juntos.

La mejor es Waiheke, por la cercanía y variedad de cosas para hacer. Tuvimos que hacer todas las maletas y cargarlas en el coche de Kirin. Salimos de casa a una buena hora, con la intención de tomar el Ferry de las 10:00 a la isla. Habíamos quedado con Mel en el puerto; pero nos tuvimos que retrasar, y esta vez no fue por culpa nuestra :P Resulta que Kirin pinchó, así que tuvimos que esperar al seguro a cambiar la rueda. Bueno, llegamos al ferry de las 11:00, así que tampoco hubo mucho retraso.


Es un viajecito rápido, nada especial para mencionar. Al llegar a la isla de Waiheke, habíamos alquilado un coche, para poder movernos libremente. Siendo 4, salía por 7€ por persona o así con seguro. Le dejé conducir a Kirin, porque en la isla el límite máximo era de 50 km/h. Yo no puedo ir a esa velocidad durante un día entero, así de triste :-(

Nada más pillar el coche nos fuimos a un supermercado, a comprar birras, comida y pica-pica. Después, salimos hacia una de las playas, que ya, por fin, parecía una playa normal, con gente bañándose y tal. Hicimos un picnic en la arena, tipo vermut, y volvimos al coche para ir a comer.


La decisión fue complicada, porque había varios sitios cerrados. Elegimos un Fish n’ Chips, regentado por unos chinos. ¡A esta peña, en este país les encantan los putos Fish n’ Chips!


Cuando acabamos de comer, habíamos decidido ir a hacer una cata de vinos, que los vinos de esta zona parecían tener buen renombre, según nos habían dicho. Fuimos a una de las vinerías, en la que costaba 2€ probar 6 vinos diferentes. Por ese precio, muy, muy buenos no podían ser.

Total, había un cartel que con un comentario que habían escrito en alguna revista americana y decía: ‘Uno de los 1000 vinos que debes probar antes de morirte’. Pues será en la posición 999, porque sino…


Suerte que había una rueda de camión colgada de un árbol en la que pudimos hacer los cafres.



Nos pegamos un panzón de reír con una ostia de Mel, por cafre básicamente :DD


Volviendo a los vinos… Eran 6, 3 blancos, 1 rosado y 2 tintos. Quizás el último era comparable a algún vino tinto del Mercadona. Los demás, ni se acercaban al Don Simón, ni al vino blanco que uso para cocinar en casa, ¡vaya tela! Al menos salimos contentilos, jeje.

Fuimos a la segunda bodega, que habíamos programado una visita, pero lo dejamos pasar. Más que por la mala impresión del primero, porque cada “cata” (vasito de plástico de café de feria) valía 8€. Ni los mejores Ribera (digamos ‘Hacienda Monasterio’), Rioja (mencionemos ‘Viña Ardanza’), Shiraz o Bordeaux valen eso.

Resultado: nos tomamos un café, que había buenas vistas :P


Aún así, nos quedaban fuerzas para ir a una colina que tiene una buena vista de Auckland, y tumbarnos un rato a la bartola. Kirin quería quedarse hasta la puesta de sol, pero faltaban más de 3 horas, por lo que decidimos volver al ferry.


Dejamos el coche abierto, con las llaves bajo la alfombrilla, ¿quién va a robar un coche mierda en una isla tan pequeña?, pero perdimos el ferry por 5 minutos. Nos tocaba esperar 55 más. ¿Qué podemos hacer? ¡Un picnic!


Kirin se quedó dentro de la terminal leyendo el periódico, porque había tenido un día terrible con la alergia de primavera, pero Mel, Elena y yo nos fuimos fuera a tomar nuestras birretas y patatillas. Una gaviotas pidonas, como siempre, montaban guardia y hacían el falso vuelo para que les diésemos de comer.


Pillamos el ferry, y al llegar Mel y Elena fueron a por el coche de Mel, y volvieron a buscarnos para ir al coche de Kirin a por nuestras cosas. Cambiamos las maletas de coche, una despedida efusiva y rápida, y al supermercado, esta noche nos tocaba cocinar para Mel.


¿Qué cocinar? Ella echaba muchísimo de menos la Tortilla de Patatas y la Sangría. Una vez intentó hacer una tortilla, pero cocieron las patatas en vez de freírlas. Fácil elección, pues.

Después de comprar para la cena y comida de dos días, nos fuimos a casa de Mel, donde conocimos a sus compañeros de piso. Un chico maorí llamado Raimon, y su novia, que es ecologista declarada, pero le gusta el golf ¿?¿?¿? En este país tiene más sentido que en el nuestro, pero aún así suena raro. Ellos se conocen porque los tres fueron juntos al colegio. Buena gente, la verdad.

Pues nada, empezamos a freír las patatas y Mel fue de gran ayuda: quería aprender para hacerlas también ella en el futuro. Rallamos tomate con ajito y un poco de sal y pimienta, para acompañar el pan. Unos 5 litros de Sangría iban a amenizar de la velada.

En vez de hacer una tortilla de 6 huevos, hicimos 2 de 3, para que Mel pudiese girarlas más fácilmente y pudiese ver mejor las medidas. A este paso me voy a tener que montar un bar de tortillas, porque llevo un ritmo brutal.


Pues nada, cenamos, bebimos, charlamos y pasamos un buen rato. No hay que olvidar al gato del vecino, Oli, que vive casi en casa de ellos, porque le cuidan mejor.


Tras unas copas, Mel decidió que el día siguiente, Lunes, iba a estar enferma para ir al trabajo, porque era nuestro último día en Nueva Zelanda. Algún plan…

Control de Gastos:
- Ferry a Waiheke: 55,2 NZ$ (27,60 €)
- Coche: 30 NZ$ (15 €)
- Comida: 45 NZ$ (22,50 €)
- Café: 15 NZ$ (7,0 €)
- Gasolina: 7,4 NZ$ (3,70 €)
- Cena: 30 NZ$ (15 €)

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