Cronulla y Sídney
Por la mañana, Beth nos llamó para decirnos que no trabajaba y que se apuntaba con nosotros para ir a la playa. Iba a ser nuestro primer bañito en el Mar de Tasmania (aunque para mí que se parece más al Pacífico). No había mucha gente por la mañana, aunque sí las escuelas de Surf, a un “módico” precio de 50 dólares por persona por dos horas de saltar en la puta tabla estando en la arena. Curioso ver unas estudiantes de la zona musulmana aprendiendo a hacer surf con su burka… ¡Allá cada cual!
Me di un bañito, pero muy corto, porque la playa estaba cerrada por marea alta y por muchas corrientes. Bastante fresquita, pero mucho menos que el Atlántico (mi buen amigo Sérgio Pinto de Portugal…).
Luciano nos envió un mensaje para hacernos saber a qué hora llegaba a Cronulla para que le recogiésemos en la estación. Sobre las 13:15 fui para casa a coger cervecitas fresquitas y un poco de Sangría, y luego a por Luciano.
Volvimos con Elena y con Beth y nos tomamos nuestras 6 birretas y la Sangría, que luego se pone caliente y ya no sirve :DD ¡Qué buen servicio las Martens Pils belgas! ¡Sí, señor! Ya teníamos una agradable sonrisa, así que era el momento de darse un buen chapuzón, que ya estaba la playa abierta para bañarse.
Una cosa muy curiosa es que la playa había ‘retrocedido’ unos 40 metros desde la mañana, así que teníamos que andar un poco para mojarnos. Las olas estaban increíbles para jugar, no como nuestro monótono Mediterráneo. Lucho y yo nos lo pasamos de coña jugando con el agua, saltando, buceando, dejándonos llevar y recibiendo algún revolcón de alguna ola con mala folla. 1 hora haciendo el gilipollas, mientras las chicas se quedaban como lagartos al sol.
Elena se fue a casa a echar la siesta y Beth tenía que ir al curro, así que me quedé con Luciano un rato más, y nos dimos otro baño, sin que nadie vigilase las cosas. Pero claro, Cronulla no es Barcelona, todo lleno de hijos de puta esperando la mínima ocasión para apropiarse de las cosas de otro, mientras la guardia urbana se rasca los cojones, toma carajillos y no ayuda a nadie (necesitaba el desahogo de esta reflexión :P). Aquí nadie roba nada, ¿para qué?
A eso de las 17:15, el día cambió radicalmente y empezaba a hacer bastante aire en la playa. Se acercaron todos los surfers y nos fuimos a tomar un té. Después volvimos a casa de Wendy a darnos una ducha, que habíamos quedado con la gente de CSing Sydney.
Teníamos que ir a Newtown, que podría compararse con Poble Nou en Barcelona: gente joven, todos los estilos imaginables, muchos bares cutrísimos, caos, etc. Para llegar allí, era pillar el tren hasta Redfern y hacer el cambio de línea.
Esta vez, fuimos a la estación Woolloware que estaba mucho más cerca que la de Cronulla (última estación), y perdimos el tren por 2 minutos. Nos tocaba esperar 28, mucho más fácil con las latas de Martens Pils que llevábamos en la mochila. ¡Hay que ahorrar!
Al llegar a Newtown, preguntamos por el Courthouse Hotel, y estaba justo al lado. En Australia, todo lo que se llama ‘Hotel’ viene a ser un ‘Pub’ para nosotros, y no un hotel. Un poco extraño… Cuando llegamos al bareto, que era enorme, nos tocaba hacer la complicada tarea de buscar a un grupo de frikis en un bar de frikis. ¡Joder, cada mesa era peor! Pero la mejor de todas era la de las lesbianas, con todos los tópicos típicos que os podéis imaginar (camisa de cuadros, tejanos, pelo corto y gafitas), y una un tanto curiosa, con un collar en el cuello, y una cadena que otra sostenía en su mano. Hombre, sobre su sexualidad me suda el rabo, pero sacar tus ‘perversiones’ a la calle sin que nadie te mire y putearse cuando llamas la atención, se me antoja algo difícil.
Estuvimos como 20 minutos dando vueltas para encontrarlos, preguntando a algunas mesas, preguntando quién es Amy (la que lo organizaba), y nadie nos hacía ni puto caso. Casi desistimos, pero entonces vimos al más friki de todos: un tío con un calcetín en la cabeza! Sin duda, éste debe ser del grupo. ¡Efectivamente, venía con el grupo! Venía con una chica de Barcelona, recién llegada a Australia hacía una semana y que no hablaba casi nada de inglés, pero quería aprender. Pues joder, vete a Londres o a Dublín, así, cerquita, pero no des la puta vuelta al mundo para aprender inglés :DD
Ya teníamos el plan preparado: comprar una cerveza del bar y ‘rellenar’ con nuestra cerveza de lata en el lavabo. De verdad que no os podéis imaginar lo caro que es Australia hasta que estáis por aquí. De hecho, Luciano se quejaba de lo mismo, y cuando vienes una vez, 3 ó 4 semanas, sí que vas a lo grande, pero cuando quieres estar un tiempo más viajando, hay que ir muy al loro.
Pillamos un litro con tres vasos, y cuando se gastó, me fui al lavabo a rellenar mi cervecilla, luego fue Luciano a hacer lo propio. Elena dice que somos unos hippies podridos y tirados, pero se apuntó al cachondeo. Por lo menos, lo hicimos con clase, sin que nadie nos viese :P
Más tarde, un indio/musulmán de Cachemira (estos aún siguen en guerra y todavía no sé cómo definirlos) me invitó a una cerveza tras hablar un rato con él y decirle que lo tenía muy jodido por cómo se llamaba: Imran Alí.
Hablamos con algunos personajillos del mundo, aunque lo justo para pode comprobar que los de Sídney no son tan ‘amigables’ como aparentan, y hasta tienen un toque racista. Como nosotros somos caucasianos, todo bien, pero los demás lo tienen un poco más difícil. Muchísima gente no querrá admitirlo, pero es la realidad que se respira en las ciudades grandes de la costa este.
Da igual, llegaban las 23:30 y nos tocaba irnos. Volvimos a la estación y nada más llegar se escapó el último tren, pero había un montón de gente esperando al siguiente. Lucho miró en el horario y aquel había sido el último. Preguntamos a la gente y no tenía ni puta idea. Todos esperaban el tren pero no había más. ¡Retrasados!
Total, nos tocó pillar un taxi rápido hasta Redfern (3 minutos) para poder pillar el tren. Luciano perdió el suyo y le tocó volver andando. Nosotros pillamos el nuestro por los pelillos. Volvimos a Cronulla y nos fuimos a dormir.
Control de Gastos:
- Té: 3 AUS$ (2,10 €)
- Birras: 10,15 AUS$ (7,11 €)
- Tren: 14 AUS$ (9,80 €)
Total, nos tocó pillar un taxi rápido hasta Redfern (3 minutos) para poder pillar el tren. Luciano perdió el suyo y le tocó volver andando. Nosotros pillamos el nuestro por los pelillos. Volvimos a Cronulla y nos fuimos a dormir. fundacion-ecos.org/biografia-de-chaeyoung-twice/
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