Guangzhou
Aunque nos empezamos a levantar sobre las 13:00 (el partido terminó a las 5 de la mañana), no estuvimos todos listos hasta las 15:00. Llevaba todo el día lloviendo sin parar, por lo que parecía el mejor día para hacer la principal atracción de Guangzhou: comprar. Guangzhou es una ciudad de 17 millones de personas, que concentra el mayor ratio de producción de toda China, el 60% de todo lo ‘Made in China’ que compramos por el mundo sale de esta ciudad. Por cierto, la ciudad no es muy bonita, así que tampoco teníamos mucho más que hacer. Bajamos los 6 a comer, porque nuestros amigos portugueses también se unieron y salimos hacia el metro para buscar una zona de compras.
Gisele nos había recomendado un área que estaba a dos paradas en metro desde casa: Railway Station. Gisele nos escribió en un papel el nombre de donde queríamos ir en chino, y se lo íbamos enseñando a todo el mundo, porque no habla inglés ni Dios en China. Además, cuando te acercas o les preguntas, saltan y corren asustados. Gisele nos comentó que es porque tienen vergüenza de hablar inglés, aunque nosotros pensamos que son raritos. Poco a poco nos fuimos acercando al punto de destino.
Los centros comerciales, innumerables y todos gigantescos tienen todo tipo de ropa que quieras comprar, de cualquier marca, color, tamaño, precio. ¡Todo! Y el precio siempre es negociable, claro está. Tienen cosas originales con buenos precios antes de pasar la aduana y cosas de imitación, algunas mejores y otras peores. Hay un montón de gente comprando miles de piezas para exportar, principalmente turcos y negritos. Todo se puede comprar y todo se puede imitar, hasta incluso innovan en las imitaciones, creando piezas que los propios fabricantes no hacen. A modo de ejemplo, una papelera Louis Vuitton que vimos en un bar muy cutre :P Este es también el paraíso del reloj, con centros comerciales enteros, de 5 plantas con relojes.
Caminamos alrededor de las diferentes tiendas, quedándonos con qué vendían en cada sitio, pero sin comprar nada. Lo dejábamos todo para el día siguiente, que el día estaría mejor y tendríamos algo más de tiempo, pues todo cierra sobre las 18:00 – 18:30.
Volvimos a casa a esperar que Gisele se echase la siesta después de volver del trabajo, y, para nuestra sorpresa, nos había organizado la noche: ir a un club que conocía ella y que daba bebidas gratis de 22 á 23 y luego a cenar a un sitio que nos dijo que nos encantaría. ¡Suspense! A ver, ¿quién dice ‘no’ a bebidas gratis? Aunque la disco tuviese la noche de música latina (reggaetón sin parar). 2 taxis y al lío.
Nada más llegar, mientras Gisele saludaba a los camareros, dueños y demás, nos bebimos un barreño de chupitos. Después, nos tomamos unas caipiriñas, cubalibres y margaritas, sin pagar nada. Echamos unas fotos, nos animamos y nos acercamos a la pista de baile, donde había un grupo de chicas guapísimas, todas modelos, que el dueño paga para atraer clientela, la mayoría eran rusas.
Como siempre, nuestra estrella era Serafín, que sería de nosotros sin todo lo que nos hace reír. En primer lugar, teníamos un camarero asignado que no paraba de limpiarnos la mesa, cambiarnos los ceniceros, etc. Muy atento el chico, tanto que decidí darle una propinilla de esquinilla, al volver del lavabo, dándole la mano. El tipo lo pilló al instante, y, desde ese momento, la atención fue mucho mayor. La siguiente propina se la iba a dar Sera. Para ello, le preguntó dónde estaba el lavabo, con la intención de agradecérselo con un apretón de manos y dejando ahí el dinero; pero el pobre camarero criado en un país comunista no lo entendió (y tampoco entendía inglés). Así que pasó al plan B: con el dinero estrujado en su mano agarró la mano de camarero y le estrujó el dinero ahí. Cuesta mucho describirlo con palabras, pero nos estuvimos riendo las 3 horas siguientes.
Por si esto fuera poco, al irnos a la pista de baile, Sera tuvo su momento inspirado y decidió sacar sus dotes de salsa, empezando a bailar con Gisele. En un momento, al doblarse (no preguntéis cómo) se le cayeron las gafas al suelo, y Gisele estaba tan emocionada bailando salsa, como una estrella, cuando, de golpe, Serafín para y le dice: ‘Stop! No te mueves! Tengo que encontrar mis gafas’. De esta forma se interrumpió el sueño erótico bailarín de Gisele con Sera, acompañado de las risas de todos los demás.
Bueno, la ‘hora feliz’ había acabado y ya nos sentíamos todos ‘felices’ para ir a comer algo, muy cerca del club, como había prometido Gisele, había un restaurant de 5 plantas (sí, de 5 putas plantas) que estaba abierto 24 horas y que tenían infinidad de marisco que te hacían de mil maneras. ¡Impresionante!
El restaurante era totalmente brutal: con una zona muy grande llena de peceras con infinidad de marisco y pescado vivo nadando. Solamente había que seleccionar lo que más te gustase y pedirlo al estilo preferido. Te lo llevan a la mesa en cuestión de minutos. Era medianoche y estaba llenísimo de gente. Gisele nos dijo que cuando cierra el club, sobre las 6 de la mañana es la hora punta. ¿Podéis creerlo?
El restaurante en cuestión se llamaba Hong Xing Seafood. Cenamos de puta madre y lo pasamos genial, tomando un montón más de cervezas, como siempre, nuevas marcas.
Finalmente, llegó el momento de Serafín de resarcirse dando una propina a la camarera. Hicimos hasta un video con sus tácticas subversivas imposibles de captar, un cachondeo total. Al final, gambas, langostinos, berberechos, almejas, dos tipos diferentes de pescados, cerveza, ternera, champiñones, pollo, etc., todo por 85 Yuanes, unos 8,5€ por persona, invitando a Gisele, claro está.
Ya tocaba irnos a casa, no sin comprar más cervezas, claro. Otra vez divididos en dos taxis, chicos por un lado y chicas por otro. Nuestro taxista, que no hablaba ni gota de inglés, se tiró a la piscina al ver el cachondeo que llevábamos y empezó a dar volantazos de lado a lado para hacernos reír, y al final nos preguntó si queríamos ir a ‘Boom-Boom’. Llegamos a casa sin más problemas y nos pusimos a ver el partido Liverpool contra el Atleti, todo sea por mi buen Pep, que ya están en la final. Otra vez, a acostar a las mil y media, con los ronquidos del incomparable “Tip Boy” (el chico de las propinas) :DD
Control de Gastos:
- Visado Juli: 35 €
- Visado Elena: 60 €
- Comida: 76 RMB (7,99 €)
- Metro: 8 RMB (0,83 €)
- Pasteles: 12 RMB (1,18 €)
- Compras Supermercado: 16 RMB (1,67 €)
- Cena: 156 RMB (16,32 €)
- Taxi: 14 RMB (1,39 €)
Jajaja, me imagino a Sera con total nitidez... y lo de los ronquidos... hay cosas que nunca cambian!!!
ResponderEliminarFelicidades por el blog, chicos, menuda odisea!