Salimos, sobre las 22:30 al metro para irnos a la estación de tren, que nuestro tren hacia Pyatigorsk, en el Cáucaso, donde vive la familia de Elena, salía a la 1:30. Fer y Gabriel nos acompañaron para despedirse (¡guapetones, nos vemos en Barna!). Y menos mal, porque ese camino no lo encuentro ni de coña, cruzando la vía del tren, un riachuelo, etc. :DD Pues nada, en la estación, recogimos las maletas y esperamos nuestros tren. ¡Adiós MOCKBA! (*MOCKBA está en cirílico; en latín sería MASKVÁ).
Habíamos pillado los asientos de populacho, donde viajan los rusos de verdad, y donde todo se comparte. Obviamente, nada de inglés o castellano; exclusivamente ruso. Igualmente, intentamos negociar con nuestra querida ‘Provodnitza’, pero pedía mucha pasta, aunque suponía un ahorro del 30% del precio original.
En nuestro espacio, porque en estos trenes decir ‘compartimento’ suena demasiado lujoso para lo que es, teníamos dos familias: 1 yaya con su nieta, de camino a ver a la familia; y un matrimonio con su hija de vuelta a casa. Menos mal que tuvimos suerte con los vecinos, porque tuvimos la malísima suerte de tener el verano más caluroso de la historia de Rusia (contando todos de los que se tienen registros), y en nuestro compartimento no bajaba la ventana, así que estábamos a una media de 35º, casi nada.
La historia era como siempre: Elena explicando y traduciendo nuestro viaje, bebiendo cervecilla, haciendo bromas, e incluso, jugando a las cartas. Todo esto, mientras se compartía la bebida y la comida. Y todos mirándome con cara extraña, eso de ser guiri en zonas no transitadas por turistas.
Habíamos pillado los asientos de populacho, donde viajan los rusos de verdad, y donde todo se comparte. Obviamente, nada de inglés o castellano; exclusivamente ruso. Igualmente, intentamos negociar con nuestra querida ‘Provodnitza’, pero pedía mucha pasta, aunque suponía un ahorro del 30% del precio original.
En nuestro espacio, porque en estos trenes decir ‘compartimento’ suena demasiado lujoso para lo que es, teníamos dos familias: 1 yaya con su nieta, de camino a ver a la familia; y un matrimonio con su hija de vuelta a casa. Menos mal que tuvimos suerte con los vecinos, porque tuvimos la malísima suerte de tener el verano más caluroso de la historia de Rusia (contando todos de los que se tienen registros), y en nuestro compartimento no bajaba la ventana, así que estábamos a una media de 35º, casi nada.
La historia era como siempre: Elena explicando y traduciendo nuestro viaje, bebiendo cervecilla, haciendo bromas, e incluso, jugando a las cartas. Todo esto, mientras se compartía la bebida y la comida. Y todos mirándome con cara extraña, eso de ser guiri en zonas no transitadas por turistas.
Esta vez, el tren era de 36 horas. Ya me quedaba menos de mi libro “Guerra y Paz”.
Control de Gastos:
- Desayuno: 35 RUB (0,92 €)
- Cena: 25 RUB (0,66 €)
- Bebidas: 160 RUB (4,21 €)
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