Rusia (entrada por Ulan Ude)
A media tarde del día 15, los de Khongor nos llevaros gratis a la estación de tren, desde donde salía nuestro tren a Rusia. Esta vez, íbamos en lo que llaman ‘kupe’. En los trenes del Trans-Siberiano (en cualquiera de sus versiones) hay 3 tipos de billetes:
- Platzkart: el más barato
- Kupe: compartimentos de 4 personas, algo carillo
- Primera Clase: increíblemente caro, con dos camas muy cómodas, una mesa con dos sillas y electricidad en el compartimento y lavabo.
Mientras esperábamos en la estación, decidimos tomarnos una cervecita, porque habíamos llegado muy pronto. Al poco de empezar a beber, vinieron los policías a decirnos que no se podía enseñar botellas de alcohol en la estación. Solución: me fui al bar, pillé dos tazas de té y problema resuelto.
En nuestro compartimento, nos tocaron dos tipos noruegos, que, casualmente, también eran CSers. Erik y Okhon eran muy buena gente. En el compartimiento de al lado, 3 rusos: una pareja (Radik – original de Turkmenistán – y Polina) y un amigo suyo (Maxim). En otro compartimento, una chica italiana que vivía en Australia, llamada Ella. Juntos, nos sentábamos a charlar, en una mezcla entre italiano, castellano, ruso e inglés, nos bebíamos unas cervezas, algo de vodka y nos reíamos de todo.
Por la mañana, llegamos a la frontera de Mongolia, Sujbataar, donde nos hicieron esperar unas 4 otras. Aprovechamos para salir del tren e ir a comprar más bebida y comida, con tal de gastar los últimos tuggrits.
La sorpresa de la mañana me la dieron los noruegos, que al salir del tren se pusieron a hacer flexiones y abdominales en el puto andén de la estación. La gente los miraba, y yo que estaba con ellos no sabía qué hacer. Bueno, sí, inmortalizar el momento.
Una cosa muy importante cuando se coge un tren por Rusia es hacerse amigo de la `provodnitsa’ (‘provodnik’ si es un chico, aunque solamente hay un 5%). Esta figura es el puto amo del vagón, todo lo que se pueda necesitar hay que pedírselo a ella, y su respuesta dependerá de cómo te comportes con ella. Yo, como siempre, hice buenas migas con la nuestra, aunque fue duro romperla. Lo cierto es que su posición inicial es de estúpida total: hay que ganársela, y hablar un poco de ruso suele ayudar. Hasta incluso sonrió para hacerse una foto conmigo.
Cuando nos devolvieron los pasaportes en Mongolia, el tren avanzó 10 minutos y llegamos a la frontera de Rusia. Otra vez abajo, y 4 horas más de espera. Dimos una vuelta por la ciudad y cambiamos los billetes de Internet por billetes físicos en la estación.
De noche, hicimos una parada en una ciudad grande rusa, Ulan Ude, la primera que tiene cajeros para sacar dinero. Pudimos comprar más avituallamiento para la segunda noche antes de llegar a Irkutsk. Ya conocimos la diosa de todas las birras en Rusia: Baltika, que incluso la venden en latas de 1 litro. Sí, latas de 1 litro. ¡Brutal!
Como veis, me había propuesto leer un libro, pues son muchísimas horas de tren hasta Moscú. Lo mejor es intentar leerse ese libro que siempre has tenido ganas de leer, pero que es algo complicado. En mi caso, en el tercer intento, era Lev Tolstoi, su obra maestra “Guerra y Paz”, aprovechando que íbamos a Rusia.
De noche, Maxim, que vivía en Moscú, nos contó cómo funciona la vida nocturna en la capital de Rusia, y, la verdad es que no tiene desperdicio, todo es apariencia y dinero. ¡Qué poca diversión! :DD Elena posteará mucha información al respecto, porque estaba en shock.
También nos hicimos buenos amigos de Radik y Polina, y nos dijeron que el lunes tenían los dos fiesta del trabajo y que podían llevarnos en coche a Baikal. ¡Mira qué bien!
Control de Gastos:
- Visado Rusia: 706 RMB (75,91 €)
- Tren a Irkutsk: 163680 MNT (97,43 €)
- Birras: 250 RUB (6,58 €)
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