domingo, 27 de diciembre de 2009

Mercado Flotante, Puente sobre el río Kwai y Templo de los Tigres

Día 60
Damnoen Saduak – Kanchanaburi

Otro viaje organizado, otro madrugón y otra ‘wake up call’ del hotel. El personaje de guardia se acerca a nuestra puerta a las 6 de la mañana, la aporrea y dice “wake up call for room 319” :DDD

A nosotros nos toca despertar a Andreea, que no es muy difícil porque aún arrastra un poco de jet-lag y no duerme mucho estos días. Nos vestimos y bajamos al lobby a esperar que nos recojan. Esta vez no hay suerte y no podemos desayunar porque nos vamos antes de las 7:30.

El grupo que nos acompaña en la furgoneta es bastante soso y aburrido. A remarcar una chica rusa con las cejas muy retocadas pero con un matojo de pelos en las piernas más largos que los míos, y no es coña.

El mercado flotante de Damnoen Saduak solamente funciona los fines de semana, y es el más grande de toda Tailandia. Está a 109 kms. suroeste de Bangkok. Con otro conductor loco, algo más de una hora.

Una vez allí, nos van metiendo un bote con una hélice para llevarnos al punto de encuentro. La intención, básicamente es que todo el mundo pueda ir por el canal, porque tenemos incluido un viajecito en barco en el mercado. Pero no es por el mercado, es para acercarnos al mercado.


Después, el guía te da el tiempo, unas dos horas, y te lleva a donde puedes reservar el barquito que irá por el mercado. ¿Por qué? ¡Las comisiones! Se pueden encontrar mejores precios, pero van todos alrededor de 100-200 baht por persona por media hora. Nosotros nos dejamos llevar, y nos pusieron en nuestro bote la chica rusa de patas peludas y dos suizas.


Esto es importante mencionarlo, porque la gente que no va contigo y que se mete en el bote también quiere ver el mercado y pararse en algunas tiendas a comprar. Todo esto es tiempo perdido, y posibles puteos por estar más tiempo del que tú quieres parado en alguna tienda sobre el canal. Unos quieren ver especias, otros ropa, otros figuritas… al final, todos cabreados.

Por no citar que hay tantísimos turistas con barcos que es imposible navegar. Las manos bien dentro del barquito porque los choques son constantes y te puedes machar por mucha facilidad. Choques delante, choques detrás, por el lado, los que van para un lado, los que van para otro… Lo nunca visto: ¡tráfico en un canal de agua!


Total, en 40-60 minutos puedes ver un máximo de dos canales, olvídate de comprar y aguanta el puto solano en la cabezota sin parar. Al menos, cuando ellos se pelean es divertido; no sabes qué dicen, pero se quejan por vicio, porque ahí no cabe un alfiler.


Después están las tiendas ‘flotantes’. Tienes un conductor al que le tienes que decir cuándo parar, vigilar que pare cerca, mirar la mercancía, probar, comprar, pagar, con el movimiento divertido del agua, claro.


Más lejos de esto, las vendedoras (sí, es una novedad, pero el 99% son mujeres), tienen un marketing ‘directo’ bastante violento. Básicamente, pillan cualquier cosa, la envuelven y te la ofrecen con la frase “Tú pagas: X baht”. No hay más negociación :DD


Bueno, finalmente regresamos a tierra firme, donde, por fin, se puede disfrutar del mercado flotante, no en el agua. Nos acercamos a los puestos y pedimos algo para almorzar. Elena pidió una ensalada de mango.


Andreea y yo algo así como una sopa de fideos con marisco (gambas y calamar).


Por cierto, esta mañana se me cayó la última pestaña del ojo derecho, aquello de la reacción a la vacuna del cólera, y ya se ve pelusilla por debajo. ¡Menos mal!

Después de almorzar, nos fuimos a caminar por el mercado flotante, que también se puede hacer, y es gratis, porque todos los canales tienen puentes. Aquí ya lo disfrutamos un poco más, aunque no nos llevamos un gran recuerdo de este mercado.



Regresamos al punto de reunión, otra vez a la furgo y destino a la siguiente parada. Vamos a ir a la región de Kanchanaburi. De camino, a una hora de distancia, paramos para comer. La comida está incluida, pero por el precio del viaje no podemos pedir maravillas. Ya sabemos de qué va :DD

Tras la comida, directo al Jeath Museum de la Segunda Guerra Mundial y al Puente Sobre el Río Kwai (este nombre se puede ver escrito como Kway o Kwae). Tenemos solamente 40 minutos, así que pasamos del museo y directos al puente.


Le he comprado una postal a mi padre del puente, con lo que le gustan a él las películas bélicas :P



El río Kwai es bastante grande, y el puente impresiona. Hay un servicio de mini-tren que lo cruza, pero nosotros queríamos andar. Aquí las normas de seguridad de la UE no funcionan, así que tienes que ir con 10 ojos, o te puedes pegar una buena ostia y caerte al río.


Cuando llegamos cerca del final, y ya nos había pasado el trenecito, pudimos ver un tipo con un violín al que yo le pedí que tocase la “Marcha del Coronel Bogey”, por 3 baht (es tan poco que no lo puedo ni convertir a euros, no sé, ¿8-9 pesetas?)


La “Marcha del Coronel Bogey”, una melodía militar británica que los soldados del coronel Nicholson silbaban al desfilar. Se ha convertido en un clásico de la música del cine, y fue seleccionada por Malcolm Arnold para la banda sonora que compuso para la película y por la que obtuvo un premio Oscar. (hay que leer la wikipedia, joder)

Ahí nos pusimos a hacer fotos idiotas bailando al son de la música. Incluso tuvimos un ratito en el que no había nadie en el puente, ¡grande! De hecho, el pueblo también era muy bonito, pero íbamos con poquito tiempo.

Pues nada, de vuelta a la furgoneta y hacia el Templo de los Tigres. Este templo es un refugio para tigres, que nacen allí, o sea que no los han traído de la jungla. Hay que pagarlo aparte, y son 10€.

Desde la entrada, vas a 45 grados paseando hasta el punto de acceso, unos 10 minutos. Ya se nota la razón de la expresión ‘aquí huele a tigre’, y, realmente, huele. Pero bueno, esos 10 minutos permiten que tu nariz se acostumbre al pestazo.

Muy importante, no se puede ir con colores amarillos, rosas o azul celeste, nada brillante. De hecho, a Elena y a Andreea las hicieron ir a cambiarse antes de salir del hotel, cuando el guía nos recogió. Pero bueno, es un buen filón de pasta extra en camisetas para ellos :P

Una vez en el punto de acceso, giras a la izquierda hacia el Gran Cañón de los Tigres, donde están los tigres adultos con los que te puedes hacer fotos. ¡Bastante impresionante! Cuando bajas la cuesta, hay una carpa con 3 colas diferentes:
- Cola que cuesta 20€ extra, es preferente y en la foto el tigre apoya su cabeza en tu pierna
- Cola gratis para los que no llevan nada, solamente la cámara de fotos
- Cola gratis para los que aguantan las cosas de la otra cola y esperan a que sus compañeros vuelvan para darle las cosas. La cola de los pringaos, vamos… donde estaba yo, por supuesto :DD


Ya se empiezan a ver los tigres, imponentes, y algunos monjes jugando con ellos. Pero los que nos interesan a nosotros son los cuidadores. Unos tipos vestidos en rojo que vienen a la cola, uno a uno, y te llevan de la mano hasta los tigres. Ellos llevan tu cámara de fotos.


Te colocan en uno de los tigres, le pones la mano en el lomo, y te sueltan la foto. Siempre detrás del tigre.


Uno tras otro vas pasando por todos los que hay, unos 8-10. Si alguno está nervioso, ese lo saltan. Hay un par de ellos en una piedra, totalmente sobados.

Cuando algún tigre se descantilla, viene el monje de turno y lo calma. Algún cuidador le pega un ostión, y depende de lo bravo que se ponga, se acerca el monje o no.


Hay alguno que está juguetón (¡Gatito, gatito!).


Y luego hay uno que es gigantesco, brutalmente grande. Es el doble que el resto de tigres, y no tiene nada que ver con lo que tenéis en mente de un tigre. ¡Acojonado!


Bueno, ya terminamos los tres de nuestra ruta de tigres y queríamos ir hacia las jaulas, donde están los jovencitos. Por algún motivo extraño, fuimos por la ruta no permitida, y tuvo que venir un cuidador a decirnos que era peligroso porque es la zona de las reses :O

Y ahí estaban los tigres jovencitos, que daban menos miedo, y Elena seguía diciendo “gatito, gatito”, y eso que, en principio, no quería ir, pero se lo pasó de fábula.



Ya inmejorable fue cuando le pregunté al monje lo de tumbarlo encima de mí, y así lo hizo, ahorrándome los 20€ de la foto artística. La verdad es que impresiona mucho tener la cabeza de un tigre en tu muslo y rascarle la cabecita, una gran experiencia.


Estos monjes de tigres son la bomba :DD


Dos horas de regreso hasta Bangkok, o algo más. Bastante aburridillo el camino de vuelta. Al llegar, fuimos a comprar una mochila para llevar nuestros portátiles, porque en las islas de Tailandia tienes que llevar las cosas de valor siempre contigo, porque te roban hasta las zapatillas, y no son locales…

Después, queríamos cambiar de comida thai por un día y fuimos a un restaurante indio llamado Little India, bastante bueno, pero carísimo en comparación con los precios locales. No sé, quizás el material es mucho más caro, o las especias.

Al terminar, mandamos a Elena a Internet para que no diese guerra y Andreea y yo nos fuimos a probar un masaje tailandés. A mí, casualmente, me ofrecieron un habitación privada, al mismo precio, por si quería estar más relajada; pero a Andreea, no. ¿Alex Toll es eso lo que llaman el ‘Final Feliz’? :DDD

Nos metimos con el populacho, todo muy relajado, con incienso y una tipa doblándome entero. ¡Joder, qué dedicación! Y por 3€, ¡vaya tela! Músculos, espalda, pies, boca arriba, boca abajo, de costado. Sales como una rosita… y preparado para ir a dormir.

Pero, no pudimos ir a dormir sin antes sorprendernos al ver una pitón libre en un árbol, enrollándose como si no estuviese en la ciudad. ¡Esto es Bangkok!


Control de Gastos:
- Viaje organizado: 1000 THB (14,58 €)
- Tiger Temple: 1000 THB (14,58 €)
- Postales: 105 THB (2,19 €)
- Bebidas: 120THB (2,50 €)
- Comida: 140 THB (2,92 €)
- Cena: 520 THB (10,83 €)
- Mochila: 330 THB (6,88 €)
- Masaje: 180 THB (3,75 €)
- Internet: 30 THB (0,63 €)
- Birras: 150 THB (3,13 €)

1 comentario:

  1. hola, quisiera saber donde contrataron la excursion, y si hace falta contratarla con antelacion, o una vez estemos alli en bkk.

    muchas gracias! gran post!

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