Vang Vieng
Ya tenía ganas de que llegase el día del Tubing. Acepto que sea una tontería, pero en un viaje tan largo, un buen día de diversión en el agua no está mal. Al despertarnos, fuimos a ver a Luciano, pero la diarrea iba de mal en peor, así que tuvimos que sacar el súper botiquín para que tomase anti-diarreicos y mucho suero. Son cosas que deben ir en cualquier viaje a Asia. El suero son unos sobrecitos que se echan en una botella de agua. Tristemente, no podía ir a hacer Tubing con nosotros porque su cuerpo no le dejaba. Aunque estando en el agua habría sido fácil evacuar, no era buena idea.
Aún así, salimos juntos a desayunar, porque también él necesitaba meter algo, aunque fuese poco, en el estómago. Después le dejamos en la habitación y nos fuimos a una de las tiendas que alquilan los neumáticos.
La idea es muy simple, alquilas el neumático por unos 6€ y dejas un depósito por 7€, que recuperas si lo devuelves antes de las 18:00, a partir de ese momento, por una ecuación que solamente ellos saben, te soplan los 7 pavos. En los 6€ está incluido el tuk-tuk que lleva al punto de salida. Una cosa muy importante es comprar o alquilar (por 1,5€) una de las bolsas de submarinismo que guarde las cosas secas mientras vas por el agua.
Pues eso, con nuestro neumático y 8 personas más (una pareja de Finlandia, una pareja de Mauricio, un chico francés criado en Uruguay y 3 más) nos metimos en el tuk-tuk, con la puta mala suerte que se rompió a mitad de camino. El tipo intentó reanimarlo, e incluso paró una moto que pasaba para ir a por gasolina, pero nada. Perdimos 45 minutos hasta que llegó el siguiente tuk-tuk a terminar el resto del camino.
Eran las 11:30 cuando empezábamos y ya había gente borracha en el primer bar. El chico francés de Uruguay ni siquiera llevaba neumático, simplemente iba a nadar de bar en bar, lo que no es una mala idea.
Nos lanzamos al agua, con el grupito que veníamos en el tuk-tuk y paramos en el segundo bar. Allí se nos unió un grupo de australianos descontrolados. No tardamos mucho en irnos, tras una cervecita, porque el ruido de la música house era insoportable.
Siguiente parada, el tercer bar. O el cuarto, o quizás el quinto. Nadie lo puede saber, porque al principio hay bares a ambos lados, sin cesar. La forma de llegar a los bares desde el medio del río es muy simple: te van tirando botellas de agua vacías atadas a una cuerda y te van ‘pescando’. Cada uno tiene sus ofertas: 2x1, chicas gratis, 3x2, porros gratis, setas gratis si compras 3 bebidas, etc. Allá cada cual, nosotros nos centramos en la cerveza con limón, claritas de casa, para no acabar aturdidos. En este bar tenían muchas diversiones, como la liana que permitía balancearte y saltar al agua, que no dudé en probar :DD
Después, hicimos una guerra de cuerdas sobre el pozo de barro. Como era de esperar, mi equipo tenía más chicas que el contrario, pero les ganamos bien… ¡dos veces!
Volvimos al agua a buscar otro bar, en este caso el que tenía el tobogán más grande de Vang Vieng, y que puede ser bastante peligroso si vas tocado.
Tampoco dudé en probarlo, aunque el ostiazo fue de órdago, eso sí, y mira que siempre me han atraído estas cosillas, pero reconozco que éste era complicado. La gente iba tirándose y las ostias iban en aumento.
Ahí dejamos a los demás, que iban ya muy perjudicados, comiendo algo. Y nosotros bajamos un buen rato solitos, para disfrutar del río y de la increíble naturaleza que rodea todo el río.
Había algunos rápidos en los que te lo pasas de puta madre, pero también algunas zonas en las que tienes que remar un poquito.
Por último, antes de llegar al último bar, que, irónicamente, se llama “Last Bar”, hay un trozo pondo en el que te vas quedando enganchado entre las rocas. Así que hicimos la última birra en el último bar, y al rato llegaron todos los demás, que seguían moradísimos.
Desde ese punto, quedaban unos 90 minutos hasta llegar al pueblo por el río, y ya eran las 17:00, así que lo mejor era pillar un tuk-tuk de vuelta para descansar y recuperar el depósito. El precio, como siempre, fijo. Es gracioso porque al principio del río son los bares los que te tiran botellas de plástico para que acudas a ellos, y, en cambio, después de los bares, son los conductores de tuk-tuk :DD
Llegamos a la hora pactada y recuperamos nuestro depósito sin problemas. Fuimos a darnos una merecida ducha y a despertar a Luciano, que seguía un poco cagón, pero algo mejor después de estar todo el día en cama, tomando suero y con los anti-diarreicos.
Aprovechamos para comprar el billete de bus a Vientiane. La idea era comprar 2, y, si Lucho estaba aún malo el día siguiente, se vendría con nosotros para ir al hospital, sino, se quedaría él un día más para hacer Tubing y nos pillaría en la capital el día siguiente, como al final fue. Antes de ir a cenar, fuimos a un bar llamado F-Shop, de los poquitos que tiene Internet WiFi gratuito (password de acceso: 8361030101), para mirar el correo y captar algo de información sobre Vientián e Indonesia. Íbamos los tres con los portátiles para tomarnos un té. Más tarde habíamos quedado con los del Tubing para ir a cenar.
Para la cena fuimos a un indio, y el pobre Lucho ingirió lo único recomendado en su caso: arroz hervidito y Coca-Cola, que tiene no sé qué ácidos que van bien. Pero a media cena le tuvimos que excusar para una visita rápida al hotel, la décima del día quizás.
Cuando volvió Luciano fuimos a otro bar a tomar la última cervecita, pero él tuvo que volver a irse :DD
Control de Gastos:
- Desayuno: 48000 LKip (4,17 €)
- Tubing: 130000 LKip (11,30 €)
- Bebidas Tubing: 92000 LKip (8,00 €)
- Tuk-Tuk: 20000 LKip (1,74 €)
- Merienda: 75000 LKip (6,52 €)
- Cena: 82000 LKip (7,13 €)
- Bebidas: 41000 LKip (3,57 €)
- Hotel: 40000 LKip (3,48 €)
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