lunes, 10 de mayo de 2010

De camino a Shigatse y el lago Yamdrok

Día 167
Shigatse

Nos toca empezar el camino hacia la cima del mundo, en la cordillera del Himalaya, el Monte Everest. Me levanté algo mejor, aunque con muchos dolores de cervicales. Aún así, tenía tantas ganas de ver el Everest, que nada podía pararme. Después de desayunar con los chicos, me hinché de estupefacientes legales y nos metimos en la furgoneta. Para llegar al Everest, hay que hacer una parada intermedia en Shigatse, pues está bastante lejos de Lhasa, más teniendo en cuenta el estado de las carreteras.

Es importante mencionar cómo funcionan las cosas en el Tíbet para traslados largos: al salir de Lhasa, según el destino, hay que coger un papelito en el que te dicen los controles por los que tienes que pasar y cuánto rato has de tardar. No sé si es un método de recuento, una forma de control o un poco más de paripé para hacer el Tíbet más exótico. El caso es que cada X kilómetros hay que parar, y, como normalmente vamos más rápido de lo que quieren, tenemos que hacer paraditas para ganar tiempo. Obviamente, nos montamos la ruta para incluir las paradas turísticas en las que hacemos fotos y la comida, así no tenemos que esperar en balde.

La primera parada era el lago Yamdrok. Hay que pagar 4€ si te paras en el punto principal, pero si avanzas 200 metros, es gratis. El chófer y la guía ya nos conocían, y como ese dinero va al Gobierno Chino, les da completamente igual que paguemos o no, jaja. Bueno, el lago, el cielo, los colores… ¡Brutales!

La vista desde lo alto es muy bonita, pero la parada en la parte baja, mezclándonos con la etnia tibetana que vive allí no estuvo tampoco nada mal.

Desde el lago, en dirección hacia el monasterio de Palkor en Gyantse, que la verdad es que parece un primo hermano del Palacio Potala, aunque quizás es solamente mi impresión.

Aquí, mi cuello dijo basta y no me quedó más remedio que buscar un médico, por llamarlo de alguna manera. La guía me traducía, porque Tommy no controla el tibetano, jaja. Me proponía una medicina tibetana, que se tenía que tomar a las 5 de la mañana, y solamente podía comer una vez al día. Yo soy bastante más empírico, así que pasé. Mejor me compro un collarín, que me mantenga el cuello recto en el coche, y suficiente, ¿no? No estaba muy guapetón, pero al menos bajaba el dolor.

Pues nada, a media tarde, finalmente llegamos al destino, la ciudad de Shigatse, quizás la 2ª o 3ª ciudad más grande del Tíbet. El hotel no estaba mal, aunque tampoco teníamos pensado pasar mucho rato, lo justo para dormir. Salimos a cenar con el chófer y la guía, que nos llevaron a un restaurante de blanquitos. Ellos comen gratis si llevan a sus clientes, y se sientan todos los guías y chóferes juntos, curioso cuanto menos. Eso sí, el precio es más o menos igual que en todas partes.


Control de Gastos:
- Bebidas: 27 RMB (2,81 €)
- Comida: 80 RMB (8,33 €)
- Medicinas: 155 RMB (16,15 €)
- Cena: 72 RMB (7,50 €)
- Pinturas: 100 RMB (10,42 €)

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