viernes, 5 de febrero de 2010

Mui Ne y sus alrededores

Día 99
Mui Ne

Sin prisa, quedamos por la mañana a las 12:00 para desayunar, porque el tour empezaba a las 13:00. Yo, con lo poco que duermo, a las 9:00 ya estaba danzando por ahí.

El tour que habíamos diseñado incluía lo siguiente:
- Riachuelo Fairy
- El Barrio de Pescadores
- Las dunas de arena blanca
- El Cañón Rojo
- Las dunas de arena amarilla
- Puesta de Sol

Vino el jeep a recogernos, un Ford de la guerra contra los yankees, sin protección contra el sol, el más cutre de cuantos vimos. También era el más barato, así que sin quejarnos. Compramos algo de agua para el camino, porque estábamos a 40 grados.


La primera parada, en un jeep para 3, y con el culo casi fuera, era el riachuelo Fairy, con las arenas rojas. Paró el chófer y nos llevó unos metros, hasta que nos dejó en las manos de un niño de 10-12 años llamado Hanh, que nos iba a hacer de guía. Antes de meternos en el riachuelo, que cubría en su parte más profunda, un palmo, nos hicieron quitarnos las chanclas. Elena y Gaili no querían ir por no sé qué historia paranoica, pero las convencimos.

Aquí Lucho con nuestro guía.


Detrás, las chicas.


Al girar la esquina del riachuelo, había una subida de arena roja. Había que ir muy rápido, tres pasos delante y dos detrás, porque la arena quemaba como su puta madre. Gaili, con su vértigo, no quiso subir. Se subía por un lado y se bajaba por el otro.


Momento para hacernos unas fotillos.


Al bajar, seguimos caminando por el riachuelo.


En un lado, había un barrizal de arenas movedizas, que nadie sabe cuánto profundo puede ser, así que la foto muy rápida, y saltar para fuera.


De regreso, decidimos darle al chaval, que no había hecho nada, un leurillo, pero el muy cabrón nos dijo que con 1€ no podía comer… Pilló la pasta, nos dejó tirados y regresó. Volvimos los cuatro, con un momento interesante: justo a dos metros nuestros una serpiente bajó hasta la orilla y le pegó un bocado a una rana (o quizás era un ratón), para regresar a los matorrales. Elena gritaba que sonaba hasta en Filipinas :DD

Cuando salimos del agua a por la zapatillas, la mujer que estaba allí sentada quería 1 dólar de cada uno por ‘vigilarlas’, y empezó a gritarnos como una loca; media vuelta y hasta luego Lucas.

Otra vez al jeep, siguiente parada: el Barrio de Pescadores. Ya llegando notábamos que íbamos a la zona de pescadores, porque el tufo tiraba de espaldas. Pero cuando paró el jeep, la vista era impresionante, con cientos de barcos de pesca anclados y botes redondos, tan típicos de Vietnam, que usan para las distancias cortas, como puede ser del barco a la orilla con la carga.


La vista era realmente bonita. Diferente a lo que habíamos visto hasta el momento.


Bajamos hasta la arena a hacer unas fotos.


Sin tener en cuenta el olor, al que no te llegas a acostumbrar, la vista realmente vale su peso en oro.


La siguiente parada eran las dunas blancas, comparables a cualquier zona desértica conocida, que, según dicen, en la antigua Pangea, estaba pegada al norte de Nueva Zelanda, donde ya estuvimos. Estaban un poco más lejos, primero por carretera, y luego por un camino de cabras, con lo que mi culo, que no estaba en el asiento, notaba los saltos (¡no os hagáis ilusiones, viciosillos!).


Al llegar, los niños alquilaban planchas de plástico para surfear las dunas. Una puta estafa porque no funcionan a más de 2 km/h, pero bueno, pagamos 40 céntimos por cada una. Otra vista que impresiona, como un Sahara cualquiera.



El viento soplaba bastante fuerte, e intenté capturar el momento en el que sopla en la cima de una de las dunas y hace un efecto increíble.


Probamos la estafa del surf y no funcionó, pero pasamos un buen rato. Hasta hice a Lucho saltar.



Elena y Gaili se quedaron en la cresta de una de las dunas.


Desde abajo, yo tuve mi momento romántico, jeje.


El calor era fuertísimo en las dunas, por lo que hicimos una parada en la sombra para tomar un refresco bien fresquito.


También hicimos unas buenas fotos, como en ésta, yo haciendo el idiota.


De vuelta al jeep, cambio de sitios, para compartir los saltos de culo, jaja. Todas las normas de seguridad, como de costumbre.


Nos tocaba el Cañón Rojo, una tontería muy pequeña que da la ligera (muy ligera) impresión del Cañón del Colorado, pero muy cutrillo. Parada muy rápida.



Última parada, las dunas amarillas y la puesta de sol. ¡Joder, una puesta de sol en pleno desierto! Preciosa. Advierto que las fotos no están trucadas, pero según pongas el ángulo, solamente se ve la arena.



En esta foto estamos Luciano y yo, Elena no quiso seguir caminando. A ver si averiguáis dónde estamos. Premio: una cerveza, compartida con tortilla de patatas y unas bravas (¡coño, qué ganas!)


No pude reprimirme al ver al peor vestido del día. ¡Qué combinación de colores! ¿Será daltónico? Creo que se dio cuenta de la foto, pero era para retratarlo, ¿verdad?


De regreso al hotel, una duchita y a nuestro restaurante a cenar. ¡Más marisco! Y ratas de mar… Y me sigo preguntando, si en estas zonas tienen tantos turistas, ¿por qué cojones tienen estas mesas y sillas tan pequeñas?



Después de desencajarnos de las mesas y ver dos lechuzas volando para cazar ratas, volvimos al sitio de Happy Hour para hacer la última y jugar un billar gratis.

¡A la cama!

Control de Gastos:
- Desayuno: 55000 VND (2,16 €)
- Tour Dunas/Mui Ne: 310000 VND (12,15 €)
- Cena: 185000 VND (7,25 €)
- Bebidas: 130000 VND (5,09 €)
- Hotel: 240500 VND (9,43 €)

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